Un año de aves que vuelan

Hablar del cumpleaños de un blog es como hablar de los sentimientos de un ladrillo. Y sin embargo, cuando se cumplió un año desde que empezamos a colgar cosas acá (18 de marzo) sentí que debía comprar una torta, globos y un regalo.
Solo tengo que decir que esta casa rodante es una casa en la que pienso quedarme mucho tiempo y también un género literario como cualquier otro. La diferencia esencial, creo, entre este género y los que conocimos hasta ahora es la ausencia de "control de calidad", en el mejor y en el peor sentido de la palabra.
La mayor parte de los blogs con los que me he topado al azar no me gustó ni un poco. Pero algunos sí, y mucho, y su publicación hubiese sido imposible si hubiesen tenido que pasar por las manos de editores, correctores, gerentes de mercadotecnia (qué linda palabra, el diccionario de la Real Academia la sugiere antes que marketing), gente que tiene que hacer su trabajo y lo hace como puede y con los medios de que dispone (por ejemplo, este año tienen que salir dos novelas, tenemos cuatro amigos novelistas, dos quedan afuera).
Es decir, que la blogósfera posibilita la cantidad, y de la cantidad sale la calidad, como lo sabe cualquiera que haya visto una vez en la vida jugar a un marcador de punta brasilero en una playa de Copacabana. Se trata, como dijo Umberto Eco y cualquier gil se da cuenta, de aprender a buscar.

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