La mancha verde

Sobre un lienzo con una mancha verde, la pintora compone una obra con el aire casual que va teniendo la colección que, unos meses después, es colgada en una galería de la calle Querandíes. El día de la inauguracción, el público pasa, mira, comenta. Entre ellos, un muchacho que, a la manera de la infortunada de El túnel, se queda mirando la mancha verde. La pintora, esquivando alguna frase elogiosa, mira al pibe que mira la mancha, evoca el momento de la creación, le tiemblan las gambas, se sabe partícipe de alguna clase de ritual cuyas características se le diluyen en el pensamiento como la mancha verde en el cuadro, nexo coordinante o el eje cartesiano de una unión fugaz y total, ella, él, la mancha verde. El pibe siente una especie de mareo que no sabe a qué atribuir, y sale a la calle Querandíes a tomar aire. Un comando extraterreste que pasaba por ahí lo abduce, lo lleva a otra galaxia y lo convierte en ketchup.


Gentilicios

Los que nacen en Marte son marcianos o marciales.
Los que nacen en Júpiter, jupiterianos o jovianos.
Los que nacen en Saturno, saturnianos o saturninos.
Los de Neptuno, neptunianos.
Los nacidos en Urano, uranianos o uranos.
Quienes tuvieron la suerte de ser dados a luz en Mercurio reciben el nombre de mercurianos, mercuriales o mercurios.
Los de Plutón son plutonianos.
Los que nacen en la Luna son selenitas, lunáticos o lunares.
Los de Fobos, fobianos o fóbicos.
Los de Deimos, deimonianos o deimeños.
Los de Io, iónicos.
Europeos los que nacieron en Europa.
Los de Ganímedes, ganimedeanos.
Los de Calisto, calistenses.
Los de Titán, titanes.
Tritones son los oriundos de Tritón.
Los de Almatea son almateos.
Los de Mimas son mimenses o mimos.
Encelados son los de Encelado.
Se denomina mirandeños los nativos de Miranda.
Los nacidos en Caronte son caronteses.

Sobre emos, floggers, cumbieros, raperos y otros milongueros

Dice la crónica que emos, floggers, raperos y cumbieros se agarraron a piñas en el Shopping Abasto. Para muchos la noticia no fue esa sino la existencia misma de tales grupos.
Los emos, según dicen los que saben, son aquellos gobernados por la emoción: pálidos, melancólicos, románticos.
Los floggers, serían los fanatizados por las maquinitas, compus, celulares, esas cosas, los, en una palabra (el adulto traduce, simplifica), modernos.
Los cumbieros, como indica su nombre, son los seguidores de la mística musical barriobajera. Su decir es directo, rítmico, popular.
Los raperos están dotados de destreza verbal, son los que saben chamuyar con la realidad, también tienen ritmo y son punzantes, críticos, ácidos, esdrújulos.
Y hay más grupos: los punkies, los góticos, los skinheads, los cuarteteros. Y hay mezclas, mixturas.
Una de las características más interesantes de estas tribus urbanas es que no funcionan de manera binaria, como otras anteriores, y por lo tanto su descripción sirve para entender de otra manera los desacoples que ocurren en toda clase de ámbitos.
Por ejemplo, la delantera de la selección argentina de fútbol, integrada por tres cracks como Riquelme, Tévez y Messi, no termina de aceitarse porque el que juega en el Barça es un típico flogger, el del Manchester es un habilísimo cumbiero, y el de Boca es un emo casi puro. Y como el técnico es romántico, conecta mejor con el emo y no termina de ensamblar al cumbiero y al flogger.
Podría, también, aplicarse la catalogación al ámbito intelectual criollo. Muchos escritores pertenecen a tribus antiguas, pero otros interpretan mejor el presente.
Ricardo Piglia, por decir un nombre notable, es un elocuente rapero que sabe samplear los discursos de la actualidad y de la base literaria sobre la que caminamos; Rodrigo Fresán, un ávido y activo flogger, actualizado siempre y con millones de atentas antenitas; y Washington Cucurto, qué duda cabe, un cumbiero de pura sepa.

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¿Esto es arte o lo tiro? Pandemia cultural Programa de radio emitido por FM Fribuay entre los meses de septiembre y diciembre de 2020. Parti...