Decálogo del perfecto microficcionista


I. Mófate del maestro.

II. No creas que haces Literatura. Toma esto como cierto aunque sea cierto.

III. No te pongas límites. Pero, si tu microficción sobrepasa las 50.000 palabras, piensa que ya es hora de ir buscándole un remate.

IV. No matarás a tu personaje, es un truco viejo. De todas maneras, si no hay más remedio, asegúrate de que se muera bien muerto. Huye de las resurrecciones y demás continuismos como de la peste.

V. Debes ignorar hacia dónde va tu historia aun después de haberla acabado.

VI. Codiciarás la microficción de tu prójimo.

VII. Sé omnisciente o el malo de la película o, lo más recomendable: las dos cosas al mismo tiempo.

VIII. Sé orgulloso, pedante, sabelotodo, irónico, fanfarrón.

IX. Que tu historia sólo tenga valor para el pequeño ambiente en el que se mueven tú, Dios y otros colegas.

X. Ten presente que nada hay tan previsible como un final imprevisible.

XI. Excédete, siempre excédete un poquito.

3 comentarios:

Ezequiel Wajncer dijo...

Excelente. Lo de pedante me sale bien, es un buen comienzo.

Víctor dijo...

El cuarto mandamiento es mi flojo, Fabián. No sé cómo, pero me los acabo cargando a casi todos. Buen endecálogo, y excelente y apropiadísimo el undécimo manda-miento. Un abrazo.

Fabián Vique dijo...

Gracias queridos cofrades!

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