La conquista de la "e" (lenguaje y machismo)

Ahora que los argentinos (y las argentinas) tenemos Presidenta y no Presidente, el machismo lingüístico ha dado un paso más en su afán conquistador, y la otrora indiferente desinencia "e" está más cerca de ser definitivamente masculina (o masculino o masculine).
Me explico. Lo que todo el mundo tenía claro era que la "a" era una terminación predominantemente (o predominantementa) femenina mientras que el final "o" era masculino como un gaucho, un torero o un tesorero. La "e", en cambio, estaba en una zona neutral, ambigüa o intermedia, se acomodaba indistintamente a los dos artículos: el estudiante, la estudiante, el dibujante, la dibujante.
Eran contados los casos de "e" masculina: el pibe, la piba; la monja, el monje; el infante, la infanta, ocupaciones estas últimas, dicho sea de paso, cada vez más excepcionales.
Había también muchos casos de desinencias en "a" indistintas. Por ejemplo el artista y la artista, el poeta y la poeta (un intento, que fracasó, del machismo lingüístico de conquista de nada menos que la "a" fue la invención de la palabra "poetisa").
Astuto, el machismo, nunca reivindicó para sí la "o": nunca habló del tenisto ni del pianisto para referirse a Guillermo Vilas o Bruno Gelber. Ni hablar de la profesión de sindicalista, tan femenina palabra para designar a individuos de indudable masculinidad como Lorenzo Miguel o Hugo Moyano.
¿Por qué no se pidió llamar a esos recios varones sindicalistos en lugar de sindicalistas? ¿Por qué en lugar de hablar de la reunión entre la Presidenta Fernández y el Sindicalista Moyano no se habla de la reunión entre la Presidenta Fernández y el Sindicalisto Moyano?
Otras profesiones podrían también mutar: el astronauto, el taxisto, el electricisto, el policío. ¿Por qué limitarnos a presidentas y sindicalistos?
Una decisión audaz sería declarar la eliminación de la "e" final. Así tendríamos la presidenta y el presidento. El guardaparco y la guardaparca.
Pero no sucede esto, el machismo lingüístico se queda callado y así avanza, de manera tal que la "e" cada vez le pertenece más. Como los mejores conquistadores de la historia, el machismo logra su objetivo sin jamás mencionarlo.
Sus efectos futuros están a la vista. Alcanzarán a los adjetivos y a las adjetivas. Y más tarde a los adverbios y a las adverbias, a las preposicionas y les preposiciones.
Todavía se puede decir esto: Mi amiga Alicia es una docente inteligente, prudente, y, sobre todo, muy coherente en sus ideales.
Pero pronto, cuando la "e" ya sea totalmente masculine, se va a tener que decir: Mi amiga Alicia es una docenta inteligenta, prudenta, y sobre toda, muy coherenta en sus idealas.

Idea para un diario


La onda sería escribir un diario anotando solamente lo menos relevante del día. El esfuerzo resultaría análogo al que conocemos, pero inverso: el diarista deberá repasar la jornada para hallar o elegir el hecho menos significativo. No un hecho inconsistente cualquiera, sino el más.
El método conviene, sobre todo, si el narrador protagonista es persona famosa o célebre.
Así, cuando el lector desesperado busca en el libro el inolvidable día en el que ordenó la invasión Polonia, descubrió la penicilina o compuso La balsa en La Perla del Once, encuentra que la celebridad sola y escuetamente anotó: "esta mañana me cepillé los dientes con el mismo dentífrico que ayer".
Supongo que a alguien se le ocurrió ya la idea simple y maravillosa y habrá miles de volúmenes de este tenor, pero por las dudas la escribo antes de que se me escape y porque me parece original e instructiva para la juventud rebelde, ansiosa y tremebunda.

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