Gracias Julián Ferrer.
El solipsista
Me tenía harto ese solipsista con sus bravuconadas, con esa egolatría insoportable que le hacía creer que él era todo en este mundo, que los demás éramos sueños de él, proyecciones de él, escupitajos de él, pus de él.
Me decía: “vos no existís, a vos te estoy dando vida yo, mequetrefe”.
Conseguí un arma y le vacié el cargador en el pecho.
Del bolsillo de su saco sobresalía un papel, una carta. “Señor juez”, decía, “he decidido suicidarme. Usted creerá que se trata de un homicidio, pero, paso a explicarle. Resulta que una de mis creaciones… etcétera”
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Adela
Conocí a Adela en una fiesta de Navidad. Apareció en casa después de las doce, con una sidra en la mano, entre parientes, amigos y gente des...
-
Como no sabía de donde venían los versos que dan título a este blog, me dispuse a buscar una respuesta en la red. He aquí una síntesis de mi...
-
Conocí a Adela en una fiesta de Navidad. Apareció en casa después de las doce, con una sidra en la mano, entre parientes, amigos y gente des...