Los filósofos hablan de fútbol

Eso sí, uno abre un diario y de pronto un filósofo que hablaba de Althusser y Schoperhauer (así lo pronuncia Gardel), de pronto se descubre pensador del fútbol y exhibe una teoría tan berreta que casi da vergüenza ajena.
Lo peor es que después uno se pone a hacer silogismos y concluye que si Macaya Márquez hubiese hecho carrera en la calle Puán habría llegado más lejos.

¿Por qué los grandes escritores no tienen blog?

¿Por qué los grandes escritores no tienen su blog? Es lo que me pregunto todas las mañanas, entre el segundo mate y el tercero.
Un blog, que yo sepa, puede albergar obras completas revisadas, ampliadas, comentadas y analizadas de cualquier gran pluma de la humanidad. Y sin embargo, los grandes escritores insisten y fomentan el viejo sistema del libraco, la presentación del libraco, la publicidad del libraco, etcétera. Si un gran escritor abre un blog (alguno que otro lo hace) lo usa para tirar lo textitos que no le publican o las fotos de las vacaciones.
¿Por qué nos hacen eso? ¿Por qué son tan canutos?
¿Será por lo que les pagan en carácter de anticipos, liquidaciones y otras yerbas? Es lógico, los carniceros viven de los churrascos que cortan, los zapateros de los zapatos que remiendan, los grandes escritores de las obras de arte que brotan de sus cabezas.
Entendemos, pero queremos decirles que, a esta algura de la tecnolatría, esperar se hace duro. Primero esperamos que salga la primera edición, pero tarda y encima es muy cara, entonces esperamos la de bolsillo, que no sale y especulamos con que la primera llegue a una mesa de saldos o que alguien nos la preste, pero no llega nunca a pesar de que juntan tierra, y el precio inalterable y ninguno de nuestros amigos quiso tener entre sus manos la gran obra maestra fundamental, y así pasan los años y tú, tú contestando quizás, quizás, quizás.
La espera se hace dura, larga, pesada, inaguantable, y el mundo gira muy rápido, y nosotros sin enterarnos de nada porque la papa de todo estaba en esos libros que ya no están en las novedades ni en las ofertas ni en ningún lado. Así estamos.

Qué lindo que es Lanús

Canción que le cantan los hinchas de otros equipos a los de Lanús:
Qué lindo, qué lindo,
qué lindo que es Lanús.
De día falta agua,
de noche falta luz.

Condoleezza

Condoleezza es la prueba definitiva de que las mujeres y los negros están dotados de los mismos atributos y las mismas cualidades que posee cualquier blanco y viril vaquero de Texas.

Oscuros orígenes del Día del amigo, una investigación de Horacio Kandinsky

El 20 de junio se celebra, con gran éxito en bares y pizzerías de la República Argentina, el Día del amigo. Ese día, la tele y las radios porteñas se apuran a halagar al tipo que lo inventó, el Doctor Enrique Febbraro, dentista, pianista y profesor de filosofía y psicología que el día en que Amstrong pisó la luna (o el desierto de Nevada) vio la luz de las estrellas (que no se vieron en la transmisión) y se dijo a sí mismo: "Hoy tiene que ser el día del amigo".
Yo no veo la relación entre la amistad y un chabón que pisa la luna como parte de la guerra fría, pero, bueno, será cuestión de gustos, la cosa es que el dentista profesor se encaprichó y empezó a mandar cartas a troche y moche y a golpear la puerta de los despachos, que en aquellos años solían estar en los cuarteles.
La lucha de Febbraro vio la luz en el año, ay, 1979, con el decreto 235/79 de la provincia de Buenos Aires. Ese mismo año consigue que la institución que lo cuenta entre sus miembros más fervientes, el Rotary Club, decida también hacer suyo el día y divulgarlo. Así se hace famoso y llega a las tiendas de souvenirs y a los mensajes telefónicos eso que conocemos como Día del amigo.
En la página del Rotary Club, el mismo Febbraro tiene una sección en la que escribe periódicamente prescribiendo sobre la amistad y contando la historia.
Aparece un texto del año 80 en el que podemos leer los "fundamentos" de la decisión del Rotary Club de hacer suya la bandera del día del amigo. Comienza así:"Durante el año administrativo 1978/79, en el Distrito 489, fue convocado un foro para tratar, en medio de la habitual franqueza rotaria, aspectos atinentes para colaborar en el mejoramiento de la proyección de la imagen Argentina en el exterior, la cual, como todos recordamos, sufría los ataques del terrorismo radicado y financiado dentro y fuera de nuestra patria."
Los comentarios huelgan. También dice la página que Febbraro fue postulado al Premio Nobel de la Paz, no dice cuándo ni por qué ni por quién. En fin...
La prescripción Z del doctor reza que el amigo "te baja a la realidad". ¡Plum!

Guglear (Carta abierta a Víctor de la Concha)

Acabo de leer en Clarín que el señor Víctor de la Concha, Director de la Real Academia de la Lengua Española, expresó su deseo de incorporar al diccionario de nuestra querida lengua el verbo "guglear".
Todo bien con incorporar palabras, Maestro, pero a mí me gustaría decirle que, por lo menos yo, jamás en la vida escuché a nadie usar el verbo "guglear". Nadie dice "estoy gugleando" o "me voy a guglear", ni siquiera el imperativo: "guglealo, Roberto, no seas fiaca".
Lo que se oye frecuentemente es "buscalo (o búscalo, claro) en Google", "lo estoy buscando en Google", etcétera. Supongo que será por la misma razón por la que no existen los verbos "diccionarizar" ni "enciclopedizar" cuando lo que uno hace es buscar en un diccionario o en una enciclopedia. "Lo estoy diccionariando, Roberto, en cuanto lo tenga te lo mando".
No queremos que usted sea un retrógrado purista, todo lo contrario, Míster de la Concha, nos gustaría verlo con un piercing en la lengua y el pelo verde, pero, una cosa es ser moderno y otra cosa es inventar palabras que no existen.
Y bueno, dejo acá porque tengo que ir a mariamolinerizar un rato .

El agujero sin final

Las otras noches volví tarde a casa y puse la tele, después de una hora de zapping caí en I Sat donde empezaba una película taiwanesa, El agujero. Yo no tenía noticias de ese film ni del director ni de nada, después uno recurre a Google y resulta que el director se llama Tsai Ming-Liang, y que ganó Cannes y esas cosas, pero en esa madrugada fue una maravilla de la vida sorprenderme con esa mezcla estrambótica de lentísimo cine de autor y music hall.
Todo bien hasta que después de una de las pausas, cuando iba una hora y pico de película, en vez de poner la parte final, el tipo que toca los botones en I sat volvió a poner el mismo segmento de antes.
No se trataba de un experimentalismo buñuelesco de la película sino de un error del tipo que labura de apretar unos botones en un canal que emite una señal para millones de damnificados. Yo esperaba que se avivara pero jamás se avivó.
Terminado ese fragmento repetido (ni siquiera llegó a la parte en la que íbamos) apareció Alan Pauls anunciando la película siguiente como si nada hubiese pasado en este mundo.
A esas horas, las 3 de la mañana, yo sentí nostalgia de un cine que no conocí, en el cual uno conoce al tipo que pone la película, le golpea la ventana y le dice: "Che, Pedro, te equivocaste de botón, poné el final, poné".
Pero no estaba ahí sino en el silencio de la noche, como tantos hombres y mujeres en puntos inverosímiles del universo, cofrades involuntarios y sorprendidos, en el medio de un chaparrón taiwanés sin final.

Lenguaje animal

Lo que reproducimos a continuación es una versión de una anécdota escuchada en el programa de radio de Mex Urtizberea.
Una familia tenía un perro y la familia de la casa de al lado tenía un conejo. Un día, el perro entró a la casa de sus dueños con el conejo de la otra familia muerto entre sus dientes.
Los de la familia del perro pensaron y ejecutaron un plan para encubrir el crimen de su perro (si es que se puede hablar de crímenes perrunos): limpiaron al conejo (estaba sucio el pobre desgraciado), lo llevaron casa de los vecinos (cuando éstos no estaban) y pusieron muy cuidadosamente el cuerpo del conejo dentro de su conejera, conejar, cucha, jaula o como se llame la vivienda conejal, con la intención de hacer creer a los dueños que el conejo había muerto por alguna otra causa.
Al día siguiente, los vecinos conejeros fueron a la casa de los vecinos perrunos. Tenían una expresión rara en sus caras, asustada, los ojos se les salían de las órbitas. Se sentaron, se sirvieron un café y les contaron a los vecinos del perro que había sucedido algo increíble: el conejo que tanto querían se había muerto hacía dos días, ellos lo habían enterrado en el jardín, y esa mañana acababan de verlo otra vez muerto dentro de su conejera.
Los vecinos del perro carraspearon un poco y dijeron que coincidían con ellos en que se trataba de un acontecimiento increíble al que no le veían ninguna explicación.

La plenitud y la vacuidad

Un tipo salió con una pistola a tirar tiros a mansalva (todavía no lo agarraron, dicen que estaba jugando rol) y mató a un pibe e hirió a muchas personas. Como el hecho ocurrió en el barrio de Belgrano, el título de prácticamente todos los medios incluía el adjetivo “pleno”.
Es decir la balacera no se produjo en Belgrano sino en pleno Belgrano. Entendemos la lógica periodística, llama más la atención un pleno Belgrano que un Belgrano a secas. Lo interesante es que los periodistas ponen el adjetivo porque el sintagma pleno Belgrano es perfectamente legible y digerible. El sustantivo Belgrano admite el adjetivo pleno. No se registra en la historia del periodismo nacional un sintagma pleno Rafael Castillo.
La plenitud es aplicable a Recoleta, a Barrio Norte, a Belgrano, al Centro, no es se le puede adjudicar a Villa Lugano, a Ciudadela, a Fuerte Apache, a Calzada, a Camino Negro. Puede haber un tiroteo en pleno Centro. No puede haber un tiroteo en pleno Fuerte Apache (que los hay los hay, pero no son plenos). La plenitud es atributo de los lugares chetos.
A todas luces, amiguitas y amiguitos, estamos ante un nuevo caso de inequidad lingüística. La equidad debe procurarse en todos los aspectos de la existencia señores periodistas, uno de los cuales es la titulación de las noticias: si se adjetiva, que se adjetive siempre.
Yo, que vivo en Morón, quiero que las noticias de mi ciudad tengan su adjetivo. No quiero un tiroteo en Morón, quiero un tiroteo en… vacuo Morón.
Y sí, Morón tiene que ser vacuo. Como no nos tocó el pleno nos corresponde el antónimo. Qué le vamos a hacer. El lenguaje, ya lo dijo Saussure, vive del contraste. Lo que no es pleno es vacuo. La Recoleta es plena, Lugano es vacuo, así es la vida.
Desde esta humilde tribuna de la equidad lingüística instamos a los periodistas y editores periodísticos a adjetivar siempre. Tremendo tiroteo en vacuo Isidro Casanova, dos muertos y cuatro heridos, uno de ellos en estado delicado. Así me gusta más.
¡Adjetivos para todos!

Bosques

En los boques de la China más de una china se perdió, hay mucha gente que deambula. Hacen como que buscan algo pero se trata en realidad de un engaña pichanga, son náufragos, lo suyo es sembrar el misterio, las pistas falsas que llevan a los letristas a hacer canciones que los cantantes cantan y provocan lluvias que hacen crecer los bosques hasta números que nadie puede contar y así estamos.

Suburbio

Del aeropuerto de Ezeiza una combi hasta el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Del centro el subte hasta Once. De Once el tren a Morón. De Morón el colectivo 634 hasta Patagones y Azul. Caminar una cuadra para atrás y hay un bar con mesas de pool y cabinas de Internet. Se llama La eskina, así, con ka.
Hay chicos y chicas de la escuela secundaria jugando al pool, departiendo sobre las partidas y colocando monedas en una máquina con sonido a lata donde eligen y escuchan y hacen escuchar a todos los que estamos aquí reunidos (detrás del ruido a lata pero todos tenemos imaginación) a Bersuit Vergarabat, Divididos, Dire Straits o cumbias de autores por el abajo firmante desconocidas (todo no se puede saber).
El bar trabaja hasta estas horas (son las 00.14, y quedan unos minutos de vida), pero antes es imposible venir a hacer uso de Internet, y en mi caso de mi simpático blog, porque hay chicos jugando con las computadoras y todo lo que ello implica amén de escuchar sonidos provenientes de los parlantitos de las computadoras.
La estética es decididamente polvorienta, y todo está como a medio terminar, como si en medio de la instalación al dueño se le hubiese acabado la guita de la instalación y dicho: "ma sí, abrimo".
Esto podría ser, en un diccionario que se precie, una definición de suburbio.

Adela

Conocí a Adela en una fiesta de Navidad. Apareció en casa después de las doce, con una sidra en la mano, entre parientes, amigos y gente des...