querida wonder woman mi heroína


querida wonder woman mi heroína
no viniste jamás a rescatarme
en tu avión invisible ni a besarme
yo soy el que te amaba en la cocina
tomando mi nesquik frente a la tele
yo soy el que tembló cuando aquel malo
te colgó de los pies y quedé al palo
sin nada que me alivie y me consuele
porque cabeza abajo rebalsaban
tus tetas de ese traje con estrellas
los ángeles de charlie flacas bellas
no me hacían temblar ni me asombraban
pero vos con corona y brazaletes
me volabas el coco y los zoquetes

Ramón Paz

metamorfosis

en un mar
paladar
un pez
portugués
bailotea

se marea
discurre
y escurre

desemboca
en la roca
de un río
sombrío

helado
y anclado
arrulla

y aúlla

Congreso de Literatura

En el Congreso de Literatura un grupo de cancheros nos preguntamos qué es poesía y nos contestamos todavía más cancheros poesía eres tú.
En el hostal hay un pibe. Me pregunta qué hago acá y yo le cuento. Ahora me cuenta él. Es un contrapunto, una payada. Es maestro especial en una escuela de Santiago del Estero. Trabaja con chicos autistas, dice que hace lo que puede. No hay escuelas para autistas. La educación especial ni siquiera entra en el sistema educativo. ¿No? No, está afuera. Lo máximo que pueden conseguir los padres de un chico autista de Santiago del Estero es un subsidio de 150 pesos para lo cual tienen que ir hasta Buenos Aires y si tienen todos los papeles y si tienen suerte...
Si un marciano baja a la tierra y nos convierte a los congresales en chatarra espacial y con la venta de la chatarra espacial funda una escuela para un chico autista de Santiago del Estero, ¿será poesía, narración, prosa poética, tú, aquél, el otro yo?.

Caperucita Roja y el Hombre-lobo

Es una noche de luna llena y el Hombre-lobo adopta la apariencia apropiada.
Caperucita Roja, de quien nunca se dijo que también era una chica loba, pero lo era, y de las buenas, adopta el lobuno aspecto y enfila hacia el bosque correteando sin canastita.
Como no podía ser de otra manera, loba y lobo se encuentran entre los matorrales. Exhaustos y felices rematan la faena con generosas porciones de perdices.
Desde el punto de vista de las perdices, dicho sea de paso y entre paréntesis, la historia no es tan rosa, pertenece más bien al género de la tragedia.
Por la mañana, humanos otra vez, el Hombre-lobo y Caperucita Roja se preguntan los nombres, intercambian números de teléfono y se van, cada chancho para su rancho, presas de los recelos, las sospechas, las dudas y la desconfianza que despiertan los lobos cuando se vuelven humanos.

Adela

Conocí a Adela en una fiesta de Navidad. Apareció en casa después de las doce, con una sidra en la mano, entre parientes, amigos y gente des...