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La imagen es elocuente y las palabras huelgan, pero voy a explicar porque somos occidentales y necesitamos explicaciones.
Abrí un paréntesis en todos los aspectos de mi escritura y mi habladura -excepto los imprescindiblemente funcionales-, y estaré en esa situación hasta nuevo aviso.
(Ojo, a los gestos y a las situaciones funcionales también pueden caberles las generales de la ley; por ejemplo, si yo fuera panadero y me pidiera un kilo de pan no debería estar tan seguro de que lo que estoy pidiendo es un kilo de pan y no un cañoncito de dulce de leche o una baguette).
Todo lo que diga o haga en este período está a prueba, en un paréntesis que quién sabe cuándo se cerrará.
Si quieren saber las causa les diré solamente que tiene que ver con un artefacto que acabo de comprar en un chino, por una módica suma, un aparato diseñado para escritores casquivanos, lanzado al mercado sin las pruebas de rigor y sin garantía, como corresponde a esa economía en expansión.

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