Las cansadas calles
de estar solas
tanta noche
Se resbalan
al sueño
II
Aquí donde antes
bebí tu amor,
hoy la soledad te nombra,
y sus ahora dulces labios,
besan este instante...
III
El lenguaje venido
a salvar el silencio
despierta en mi
el demonio encarnecido
de la nada.
Todo es un ir
por un donde
aquello ido de mí.
¿Qué amor no nos devora
los ojos, la boca, las manos?
¿Qué perdida sombra no viene
a habitar nuestros nombres,
en el instante fenecido
en el sueño que es?
(logre ser)
Hernán Rodríguez (1998)
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