Lo bueno de la transparencia es que la gente puede ver a través de nosotros.
Lo malo es que entre la multitud nunca falta el malabarista que se pone a jugar con cuchillos, nos corta por todos lados y nuestra sangre invisible riega las calles de Constantinopla.
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Adela
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Como no sabía de donde venían los versos que dan título a este blog, me dispuse a buscar una respuesta en la red. He aquí una síntesis de mi...
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