Un médico sin título le abrió el pecho sin anestesia a un hombre sin corazón.
-¡Pero usted no tiene corazón! -protestó, al ver el hueco, el facultativo sin facultad.
-¡Con razón! -razonó el descorazonado paciente.
-¿Y ahora qué hacemos?
-¿Y yo qué sé? Usted es el cirujano.
-Ma sí, yo cierro y listo.
-Sí, mejor así, no quisiera un final abierto.
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