Los registradores de ciclos literarios

Por las noches de Buenos Aires, los registradores de ciclos literarios salen con sus cámaras digitales a cazar los gestos analógicos de los parroquianos, sus comisuras y despeinados, sus tersuras y limpiaparabrisas, sus enjambres de versos sueltos.
Cazan al vuelo, furtivos y fuera de temporada. A veces apuntan y no tiran, a veces tiran sin apuntar y ahí es cuando les salen las fotos lindas.
¿Buscan la luz de la imagen entre las vanas palabras? ¿Persiguen la revelación del signo en la banalidad del gesto?
¿O inician el camino que los llevará a ver su ojo en el visor de la cámara? Tarea difícil: en los garitos donde se leen poemas se impone el oscuro y los espejos esconden.

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