La sorpresa del torneo de Roland Garros fue sin lugar a dudas Diego Hartfield, ignoto número 157 del ranking mundial, oriundo de Oberá, que enfrentó nada más y nada menos que al número uno y super campeón, Roger Federer.
Liberado de la presión, que recaía en un 100 % sobre el suizo, Hartfield hizo gala de su tenis no desprovisto de técnica, y pronto se ganó al público arriesgando con jugadas audaces, luciéndose con fantásticos lifts, globos, slices y dejadas, y, como si eso fuera poco, actuando con toda corrección deportiva, sonriendo ante los errores propios, felicitando con sus gestos simpáticos al rival cuando hacía alguna jugada a las que nos tiene acostumbrados.
Todo lo hizo bien Diego Hartfield. El partido lo ganó Roger Federer.
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Adela
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