Sobre un lienzo con una mancha verde, la pintora compone una obra con el aire casual que va teniendo la colección que, unos meses después, es colgada en una galería de la calle Querandíes. El día de la inauguracción, el público pasa, mira, comenta. Entre ellos, un muchacho que, a la manera de la infortunada de El túnel, se queda mirando la mancha verde. La pintora, esquivando alguna frase elogiosa, mira al pibe que mira la mancha, evoca el momento de la creación, le tiemblan las gambas, se sabe partícipe de alguna clase de ritual cuyas características se le diluyen en el pensamiento como la mancha verde en el cuadro, nexo coordinante o el eje cartesiano de una unión fugaz y total, ella, él, la mancha verde. El pibe siente una especie de mareo que no sabe a qué atribuir, y sale a la calle Querandíes a tomar aire. Un comando extraterreste que pasaba por ahí lo abduce, lo lleva a otra galaxia y lo convierte en ketchup.
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Adela
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Como no sabía de donde venían los versos que dan título a este blog, me dispuse a buscar una respuesta en la red. He aquí una síntesis de mi...
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1 comentario:
Muy bueno Fabian, cómo la mayoria de tus cosas. Abrazote. Raúl
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