Poesía en expansión


En un Universo en expansión no faltan los poetas a quienes, por razones fortuitas, digamos correr el colectivo, digamos colgarse a mirar la Luna, digamos tener los pantalones rotos, se les caen de los bolsillos hojitas con poemas.
En un Universo en expansión deambulan dioses curiosos y ansiosos, se topan con poemas en los suelos, los leen, los dan vuelta, los alisan, los miran al trasluz, les crean mundos a medida.

Los asesinos de escritores



Su accionar no tiene fisuras.
Hacen inteligencia, leen de lejos, actúan con sigilo.
Su obra es casi secreta. Por la noche se acuestan y a la luz del velador revelan, con ojos encendidos: hoy me cargué a uno.

Fantasmagoría

De noche nos visitan fantasmas. Provocan horrorosas pesadillas cuyo magro consuelo son las pausas de la vigilia, el puente entre un sueño y el siguiente.
De día se nos meten fantasmas por las paredes. Generan batallas domésticas, accidentes de tránsito, guerras mundiales. Nos desembarazamos falsamente de ellos por la noche, cuando nos gana el sueño, el túnel entre un día y el que sigue.
¿Inevitables, entonces, los ataques fantasmales?
No, de ninguna manera. No todos padecemos su actitud entrometida, invasiva, rompedora de quinotos.
Hay un horizonte, un modelo al que aspirar, un espejo en el cual mirarse, seres afortunados que jamás fueron visitados por ellos, duermen a pata ancha, vigilan a pierna suelta, van de acá para allá como si no hubiera nada de qué preocuparse. Son los fantasmas.

Receta para escribir un cuento



Un cuento es una playa. Mar, sol, amanecer, atardecer, visitantes fugaces, lugareños duraderos, marineros, pescadores, gaviotas, bikinis, heladeros.
Un cuento en el sentido estricto de la palabra es ciudad. Embotellamientos, multitudes, manifestaciones, huelgas generales, trampas, palomas, chorros, crímenes organizados, policías desorganizados, políticos corruptos, alcahuetes, profesores, taxistas, iglesias, panaderías, burdeles, libre albedrío, finanzas, Marlboro, Benetton.
Un cuento verdadero es campo. Gauchos, chinas, caballos, vacas, domas, ordeñes, ranchos, Chagas, folklore, mate amargo, mirada en lontananza, mirlos, vino tinto, chanchos, cosechas, borrachos, puñaladas.
Cuento es montaña, altura, nube. Águilas, leñadores, escaladores, tormentas de nieve, silencio, estrellas, eremitas, ovejas, terremotos, paz, amor, acantilados, zumbidos en la noche, platos voladores.
Cuento es jazz, pintura barroca, surrealismo, cumbia villera, Chopin, Beethoven, rock, Magritte, Velázquez, Coltrane, Gardel en barco a la deriva, cine, meditación, pecado, perdón, quién soy, dónde estoy, adónde vamos a bailar. Un buen cuento respira por sí mismo, tiene ritmo de cuento.
Un cuento es heroísmo, liberación, luz, claridad, canario, misterio primordial, revelación, Dios y María Santísima. Un cuento nombra, si es preciso, lo innombrable; y si es preciso callar, calla. Para un cuentista de raza, un cuento es todo lo que tiene para dar.
Desierto es cuento. Arena, soledad, camellos, beduinos, Sherezadas, traficantes de oro, sed, arena, inmensidad, color, agonía, espejismos, lámparas, alfombras voladoras, deseo de estar en otra parte, otras partes, otros lados, pasajes.
Cuento es selva. Jaguares, papagayos, serpientes, veneno, mosquitos, ríos, verde, machete, choza, aullidos, alaridos, gritos, miedo, rusticidad, humedad, arco iris, tucanes, colores, colores.
Un cuento es circular, avanza en curva, en línea recta. Puede cruzarse consigo mismo o con un pájaro, saludarse, hacer una reverencia o hacerse el desentendido.
Un cuento es fiesta, champagne, secreto, intimidad, agua mineral, vodevil, compromiso, puntos sobre las jotas, huevo, gallina. Un cuento es desnudez, puchero, tejido, juego de azar.
Un buen cuento es ningún lugar, abstracción, la nada, Júpiter, el Infierno, tierra de nadie, alta mar, frontera que se deshace, se desvanece el cuentista, sin aire de tanto escribir, de tanta entrega, se viene abajo, al fuego, al nido, a la lactancia, al bolo alimenticio puesto en la boca por la madre naturaleza del cuento.
El cuento es masticado por fuerzas imposibles, escupido al infinito, a la distancia, allá van los cuentos, como estrellas, cometas, galaxias que nacen. Alados y arrogantes, se dispersan, se alejan múltiples, anárquicos, cuentísticos.

Los explicadores

Hay quienes piensan que se trata de uno de los males de estos tiempos del nivel de los maremotos, los accidentes de tránsito, Al Qaeda, el imperio norteamericano, el FMI, los huracanes y los mosquitos mutantes de la Pampa. Se trata de los individuos, generalmente machos adultos, aunque las hay hembras también, que sienten en todo momento la íntima e impostergable obligación de explicarlo todo.
Se manifiestan en la lengua escrita pero lo suyo es la oralidad. En algunos ámbitos como los programas de radio, los encuentros literarios y los taxis prácticamente han desplazado todas las otras tipologías discursivas.
Los portadores confunden la patología con el legado divino, con la necesidad de dar a conocer su genio individual, con la voluntad de iluminar al lego, al ignorante, al que no tuvo la suerte de nacer con su capacidad de análisis.
El explicador no deja pasar oportunidad. La secuencia que sigue es lineal: todo tiene explicación, él la conoce, él se la descerraja al interlocutor sin contemplaciones.
No tiene sentido imaginar un ámbito capaz de escabullirse de sus vastas verdades. Tácticas del fútbol, claves de la prosa contemporánea y la antigua, fenómenos sociales y naturales, avances de la genética, la filosofía, el psicoanálisis, la magia, estrategias para ganarle una partida de ajedrez a Gari Kasparov. No existe refugiio en el Universo inmune a su capacidad de explicación.

Ortega lo vio en cierta comunidad a principios del siglo pasado. Hoy no conoce fronteras y la velocidad de propagación ha alcanzado la línea ípsilon.
Afortunadamente hay quienes vienen observando el fenómeno y están trabajando duramente en maneras de combatirlo.
Entre ellos destacan los productos de laboratorio de una importante universidad americana que se encuentran en etapa de prueba y experimentación con ratas y cucarachas. De los informes surge la esperanza.
A continuación una breve descripción de algunos de los que a priori parecen más eficaces.

Desexplicador en aerosol.

Se aplica directamente sobre el rostro del explicador a una distancia de hasta un metro. Lo lleva a cambiar de tema sin percibir el rociamiento. No afecta la capa de ozono. Ideal para taxis y ascensores.

Chip desexplicador.

Aparato adaptable a radios, televisores, computadoras y afines. Alcanza a opinólogos y chateadores por igual. AM, FM, PC, Macintosh, Windows y Linux. Convierte la explicación en música preprogamada o aleatoria, preferentemente instrumental.

Desexplicador intravenoso

Sólo en casos extremos. Tiene muchísimas contraindicaciones pero hay quienes piensan que peor es la enfermedad que el remedio y que París bien vale una misa. Requiere el uso de la fuerza.

Bombita de olor antiexplicadora

Ideal para patios de universidades, colas del banco y colectivos. Actúa simultáneamente contra explicaciones simultáneas. Deriva y remezcla conversaciones con efectos divertidos.

¿Esto es arte o lo tiro? Pandemia cultural

¿Esto es arte o lo tiro? Pandemia cultural Programa de radio emitido por FM Fribuay entre los meses de septiembre y diciembre de 2020. Parti...